Hojas de Dedalera, de Victoria Álvarez: Un maravilloso debut





Londres 1888

Desde niña Annabel Lovelace se ha visto obligada a vivir con su tío, guarda del Cementerio de Highgate, donde descubre su extraña habilidad para comunicarse con los muertos, quizás gracias a la enfermedad cardíaca que la obliga a vivir entre la vida y la muerte. 

Años más tarde, una serie de misteriosas casualidades la convertirán en la médium más influyente del Imperio Británico. Sin embargo, su don la llevará a descubrir secretos que deberían haber permanecido ocultos y que pondrán en jaque la aristocracia londinense.



¡Hola otra vez! Hoy toca hablar de un libro que me ha encantado y es muy especial para mí. Os voy a confesar que mi idea original era inaugurar este blog con la reseña de esta novela, pero he ido dejándolo un día sí y otro también y al final, otros libros y otras películas han ido ocupando su lugar. Muchos y muchas os preguntaréis el por qué de esta demora si se trata de un libro que me ha encantado. Pues bien, durante estos días, he pensado en ello y he llegado a la conclusión de que me daba miedo no estar a la altura. Es decir, muchas veces, cuando algo te gusta mucho y se lo quieres explicar a alguien te das cuenta de que las palabras no hacen justicia a las emociones o sentimientos que una determinada historia ha despertado en ti. Algunas veces las palabras no bastan ya que solo cuentan los sentimientos y éstos, en ocasiones, son difíciles de expresar. Así que lo haré lo mejor que pueda. El libro del que estoy hablando es Hojas de dedalera y es el extraordinario debut de la escritora salmantina Victoria Álvarez. Recuerdo la primera vez que oí hablar de esta historia. Era el mes de noviembre y, curiosamente, acababa de salir de una clase de literatura victoriana en la universidad y una vez en el tren me puse a leer un conocido periódico. La sección de cultura hablaba de esta novela y nada más leer las palabras Highgate, Jack el destripador, Londres victoriano y amor sobrenatural supe que este libro tenía que ser mío. Románticamente hablando fue una especie de flechazo. Económicamente no iba muy bien así que tuve que esperarme hasta Navidad para ver si se producía el milagro...¡y así fue! Cuando lo tuve en mis manos me di cuenta de que la edición del libro era toda una joyita ya que era una preciosidad y estaba muy bien hecha. Ahora solamente tenía que hacer mis exámenes post-vacaciones y entonces el libro sería mi máxima prioridad. Durante la espera fui leyendo reseñas que hablaban maravillas de esta novela y mis expectativas iban subiendo como la espuma. Así que después de unos cuantos trabajos y muchos exámenes llegó el momento que tanto había esperado. Estaba sentada en mi cama y segundos antes de abrir el libro para empezar a leer las primeras líneas que darían inicio a la historia muchas dudas empezaron a surgir. Esto suele ocurrirme cuando mis expectativas hacia un libro son altas: temo que me defraude. Así que decidí borrar de mi mente todas las opiniones que había leído y empecé de cero. Hojas de dedalera tenía que atraparme por ella misma. Y vaya si lo hizo. Pero primero de todo me gustaría comentar el argumento (sin desvelar mucho) y la estructura de la novela para esas personas que todavía no han tenido la suerte de leerla.

Veamos, la novela se divide en tres partes. La primera parte lleva como título El hada de Highgate y es aquí donde conocemos a la protagonista y heroína de esta historia: Annabel Lovelace. Annabel es una niña que ha sido criada por sus tíos Tom y Heather en el conocido cementerio de Highgate porque su madre no puede hacerse cargo de ella. Sin embargo, poco tiempo después, Annabel descubre que su madre ha sido asesinada por el asesino en serie más célebre de todos los tiempos: Jack el destripador. Durante su infancia descubrimos dos importantes datos sobre esta niña de grandes ojos verdes: el primero de ellos es que sufre una enfermedad cardíaca que solamente la digitalina, cuyo origen se encuentra en la hojas de dedalera (he aquí el nombre de la novela), puede calmar y el segundo dato es que puede hablar con las personas que ya no están entre nosotros. Sí, Annabel puede comunicarse con los muertos. Este don tan especial tendrá ventajas y desventajas para la pequeña Lovelace, pero eso es algo que los lectores tienen que descubrir por ellos mismos. Por otro lado, me gustaría destacar la notable presencia del cementerio de Highgate durante la primera parte del libro ya que ayuda mucho a la ambientación de la trama dándole un aura de misterio y sin darnos cuenta se convierte en un personaje más. La segunda parte se llama Campo de Asfódelos y en ella nos encontramos a una Annabel de 21 años que goza de una gran popularidad en Londres gracias a su labor como médium. Han pasado muchas cosas desde su primer contacto con el mundo de los muertos y la niña que conocimos en la primera parte se ha convertido en una mujer que posee una gran personalidad. Además, es en esta parte donde se desarrolla la trama romántica de la historia ya que se nos presenta de una manera más detallada a un carismático caballero que ya tuvo una pequeña introducción en El hada de Highgate y que ocupará el corazón de la protagonista. Y por último, nos encontramos con Las sombras de Rosenfield Park, la tercera y última parte del libro y la que nos llevará a su final de una manera tan trepidante que hará que no quieras soltar el libro. No puedo desvelar mucho de esta entrega ya que es crucial para la historia, pero solamente diré que muchos secretos aguardan para ser descubiertos. Así que después de esta sinopsis personalizada voy a relatar mis impresiones acerca de la historia de Annabel Lovelace.

Como he dicho unas líneas más arriba tenía miedo de que esta novela no cumpliese con mis expectativas, pero menos mal que mis temores no se hicieron realidad. Tengo que reconocer que la narración de Victoria me cautivó desde la primera página. Algunas personas han dicho que la novela puede resultar lenta y aburrida ya que es muy descriptiva pero parece ser que en mí consiguió el efecto contrario. La narración de esta historia es maravillosa y su autora desarrolla todos y cada uno de los capítulos de una manera elegante y poética. En ocasiones, te da la sensación de estar leyendo un poema en forma de prosa. Por otro lado, se nota el excelente trabajo de documentación llevado a cabo ya que sus detalladas descripciones hacen que te sumerjas por completo en el Londres victoriano de una manera espectacular y casi sin darte cuenta. Si te dejas llevar por la historia te da la sensación de poder acompañar a Annabel durante sus juegos en Highgate saltando lápidas, ser una inquilina más en Albemarle Street o descubrir las penurias de Whitechapel, entre otras cosas. Por lo tanto, si te lo propones y te dejas llevar por la magia de la narración, puedes ser parte de la historia sin ningún tipo de problema.



Como podéis ver esta novela tiene muchos puntos fuertes y he de decir que sus personajes tienen mucha culpa de ello. Siempre he pensado que los personajes son la parte fundamental para que una historia tenga éxito. Puedes escribir un libro que tenga una trama espectacular que atraiga al público pero el motor que hace que todo funcione se encuentra en los personajes. Ellos son el corazón de la historia. Si los personajes no conectan con el lector, entonces, no hay nada que hacer. Un personaje tiene que hacerte sentir. Tienes que reír, llorar y sufrir con él. En definitiva, tienes que sentir interés por ellos para que una novela tenga éxito y este es el caso de Hojas de dedalera. Esta novela está compuesta por varios personajes muy bien definidos y cada uno tiene una determinada función, pero me gustaría destacar especialmente a tres de ellos: Annabel, Víctor y Nathan. Aunque antes me gustaría destacar a dos secundarios que me han gustado mucho. El primero es Frederick Abberline. Para las personas que conocemos la historia de Jack el destripador siempre es un placer tener al héroe de Scotland Yard presente para ver si consigue dar caza de una vez por todas (aunque sabemos que es imposible) a la bestia negra de Whitechapel. Por otro lado, y esto es muy pero que muy anecdótico, me gustaría destacar la breve pero estelar aparición del personaje de Cecil Willoughby cuya picardía y desfachatez me hicieron sonreír en más de una ocasión. ¡Este personaje merece un spin-off! Victoria, si lees esto, podrías escribir una novela protagonizada por Cecil ya que sus aventuras y dotes de don Juan dan para una saga. Pero, fuera bromas, me gustaría hablar de los tres personajes que he escogido.

La protagonista de la novela, Annabel Lovelace, te roba el corazón desde el inicio de su historia. Es un personaje que tiene una evolución muy interesante  porque pasa de ser una niña frágil y asustadiza a una mujer fuerte y valiente. La vida de Annabel no es fácil y Victoria, a través de su narración, hace que quieras proteger y ayudar a este personaje para que no le ocurra nada malo. Su vida contiene muchos misterios y hacen de ella un personaje complejo e interesante. La verdad es que esta adorable pelirroja se hace querer. Su personaje, desde mi punto de vista, me recuerda a algunas heroínas de los clásicos victorianos ingleses. Desde que leí Hojas de dedalera comparo a Annabel con mi adorada Jane Eyre. Ambas pasan por muchas penurias pero tanto Annabel como Jane son dos mujeres fuertes y luchadoras que no se rinden fácilmente consiguiendo, de esta manera, la admiración de los lectores. Así que Annabel pasa a engrosar mi lista de heroínas favoritas.

El siguiente personaje es lord Víctor Rosenfield y es el protagonista masculino de esta novela. Las personas que hayan leído Hojas de dedalera conocerán perfectamente a lord Rosenfield. Así que, ¿qué puedo decir de este personaje? Pues que este caballero desborda carisma por los cuatro costados. Es imposible no adorarle porque a medida que va seduciendo y enamorando a la protagonista, el personaje hace lo mismo contigo. La historia de Víctor es muy interesante ya que no es un ser humano, es un fantasma y debido a esto va en busca de Annabel para que le ayude a resolver las causas de su muerte ya que, tanto para el lector como para el propio Rosenfield, son un completo misterio. Su aparición da el pistoletazo de salida a uno de los atractivos de la novela: la historia de amor. Obviamente, el amor que nace entre Annabel y Víctor no es fácil porque ella es una mortal y él un fantasma, así que, como os podréis imaginar, su romance no es nada convencional. Sin embargo, esto no significa que su historia no funcione ya que la química entre ambos personajes es espectacular. Su historia de amor es preciosa y consigue atraparte y no soltarte hasta la última palabra. Si volvemos a Víctor, puedo decir que es un personaje  que te enamora y que a pesar de haber leído la novela hace tiempo (en mi caso seis meses) consigue que no te olvides de él. Es un personaje que perdura y eso es una muy buena señal. Desde hace tiempo, comparte puesto con otros dos personajes inolvidables para mí: Mr. Darcy y Mr. Rochester. Así que felicito a Victoria por la creación de este fascinante caballero ya que te gana por completo.

El último personaje del que me gustaría hablar es Nathan Willoughby, el tercero en discordia y el mortal que tratará de ganarse el corazón de Annabel. Reconozco que la primera vez que leí Hojas de dedalera, Nathan quedó eclipsado por la presencia de Víctor y este hecho hizo que no me preocupara mucho por él. Sin embargo, cuando hice una segunda lectura, y conociendo de antemano el desarrollo de los acontecimientos, decidí fijarme en él y cuál fue mi sorpresa que esta vez descubrí a un personaje completamente diferente. Le entendí y finalmente comprendí su tragedia personal. Es un personaje que, como he dicho, puede pasar desapercibido ya que a lo mejor no tiene el carisma de Rosenfield, pero si le prestamos atención su historia no es menos importante que las demás. Todo lo contrario. Se podría decir que Annabel y Nathan tienen muchas cosas en común y para mí son las dos caras de una misma moneda. Una vez terminada la novela me puse a pensar en Nathan y llegué a la conclusión de que se trata de un personaje trágico ya que tiene que vivir una vida que él no desea, entre otras cosas. Por lo tanto, consideraría a Nathan como el gran "tapado" de esta historia y que los lectores tienen que descubrir  porque esconde una bonita pero triste historia que llega  a conmover.


 
- (...) En ocasiones pienso que lo que reverenciamos en los cementerios cuando acudimos a visitar las tumbas de nuestros seres queridos no son solamente sus huesos, sino nuestro propio dolor. Construimos panteones para recordarnos lo mucho que amamos a nuestros padres, hermanos, amantes y amigos; queremos que el mundo entero lo comprenda, que nos compadezca nuestra pérdida, pues lo que nos hace más daño no es pensar en lo que sucede en el Más Allá... sino en lo que nos espera en esta dimensión. La parte más importante de nuestra conciencia desaparece con nuestros muertos. Así que todos estamos un poco muertos, en cierta manera. 


Por otro lado, y dejando a un lado a los personajes, comentaré brevemente que el desenlace  de Hojas de dedalera puede llegar a ser previsible porque a medida que vas leyendo te puedes hacer una idea del final. Sin embargo, eso no significa que no te sorprenda o que se pierda la magia del misterio, todo lo contrario, ya que al formular tus propias conclusiones no puedes parar de leer para saber si, finalmente, estás o no en lo cierto.

Por lo tanto, ¿recomiendo Hojas de dedalera? ¡Por supuesto! Si te gustan las historias decimonónicas esta es tu novela ya que bebe de este tipo de clásicos y te da la sensación de estar leyendo a un autor clásico de aquel añorado siglo. Además, se nota que su autora es una enamorada del siglo XIX y eso se puede ver en su fantástica recreación de dicha época. Por otro lado, sus personajes están muy bien construidos y conectas con ellos debido a sus historias y el carisma que desprenden. Yo no lo dudaría y me sumergiría en esta maravillosa historia.

¡Hasta la próxima!




 10/10


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